Luego del éxito de la 8va edición del Curso José Gabay de ProEducar (realizado el pasado 1 de agosto de 2017 en el Hotel Hilton de Buenos Aires), llega el momento de los balances. En este caso, el entonces Presidente de la Sociedad, Dr. Ricardo Lluberas, analizó los resultados del Curso y las tareas educativas que viene desarrollando SOLACI en pos de la promoción de la Cardiología Intervencionista en Latinoamérica.
¿Cuáles son sus sensaciones luego de una edición más (la octava) del Curso José Gabay de ProEducar?
Este es un curso que claramente marcó una línea ascendente en lo que es el desarrollo de la actividad de ProEducar. En primer lugar, por el número de participantes, que se ha mantenido constante a lo largo del tiempo. Incluso uno ve que hay una curva creciente en ese sentido. En este caso, tuvimos alrededor de 140 inscriptos, lo cual marca su éxito.
En segundo lugar, ese crecimiento que mencionaba se reflejó en el nivel científico de las presentaciones. Gente muy valiosa para la especialidad participó aportando toda su experiencia. Esto es muy importante y constituye un verdadero valor agregado, ya que más allá de la bibliografía exhibida los jóvenes siempre se muestran muy proclives a escuchar y a aprender de aquellos que tenemos más años en la práctica médica.
¿Cuál es la importancia de que SOLACI como institución promueva este tipo de eventos y actividades científicas?
Desde su fundación, SOLACI tiene un rol educativo esencial. Justamente, uno de sus objetivos es lograr la formación de jóvenes profesionales y la educación de las nuevas generaciones de Cardiólogos Intervencionistas en América Latina. Actividades como el Curso José Gabay colaboran con ese objetivo.
De cara a futuro, la intención de SOLACI y del propio grupo directivo de ProEducar es establecer y desarrollar formas de educación contínuas, más allá de los cursos especiales que ya se desarrollan.
¿Cómo evalúa el nivel de la cardiología intervencionista en Latinoamérica? ¿Y en Argentina?
A nivel Latinoamericano las situaciones son variadas en función de las realidades concretas de cada lugar. Es decir, hay latitudes en donde el nivel de la cardiología intervencionista es tremendamente elevado desde todo punto de vista (investigación, práctica clínica, etc). Pero también hay lugares en desarrollo que, de alguna manera, justifican la presencia de SOLACI y su acercamiento a esas estructuras. En este sentido, además de su función educativa, SOLACI también busca desarrollar la Cardiología Intervencionista en toda América Latina.
En lo que respecta a la Argentina, es indiscutible el nivel que tiene: la escuela argentina de la Cardiología Intervencionista históricamente ha realizado grandes aportes para SOLACI, y aún lo sigue haciendo. Es una escuela con una tradición importante que, además, se sigue desarrollando a través de las nuevas generaciones.
¿Qué mensaje le daría a los jóvenes intervencionistas recién egresados que están comenzando a desarrollar su carrera profesional?
Les diría por sobre todas las cosas que pongan el alma y el corazón. Eso es lo más importante. Y después obviamente la formación. Lo primero es la actitud, lo espiritual, un sentido de jugarse por la especialidad y por el paciente, por supuesto siempre dentro del marco ético correspondiente que debe tener cualquier médico. Después la formación, que es la que acompaña todo este proceso. En definitiva, les diría que no hay buena práctica médica sin pasión, pero tampoco sin formación.
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