Realizar una pericardiocentesis debe estar dentro de las habilidades de todos los Cardiólogos Intervencionistas. Tanto el que enfrente una oclusión total crónica, una simple angioplastia coronaria (porque todos vimos perforarse hasta la coronaria más inocente) o un reemplazo valvular aórtico por catéter (cuyo auge nos dio otra fuente importante de taponamientos), todos debemos estar listos para enfrentar esta eventualidad.
Utilizando el sentido común, considerábamos de buena práctica realizar un “lavado” con solución fisiológica luego de drenar completamente el derrame hemático para disminuir las chances de pericarditis constrictiva. Esto último de manera completamente empírica, ya que pretendíamos disminuir las chances de una complicación de la que ni siquiera conocíamos la incidencia.
Este trabajo incluyó una gran cohorte de pacientes no seleccionados que recibieron pericardiocentesis, de los cuales el 16% evolucionó a pericarditis constrictiva. El pronóstico a largo plazo de estos pacientes fue muy bueno y solo raramente fue necesaria una pericardiéctomía.
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La pericarditis constrictiva se caracteriza por la coexistencia de un derrame a tensión y la constricción del corazón por el pericardio visceral.
Un total de 205 pacientes consecutivos que recibieron pericardiocentesis en la Mayo Clinic fueron divididos en dos grupos de acuerdo a si evolucionaron o no con hallazgos ecocardiográficos compatibles de constricción pericárdica luego de realizado el drenaje.
Se diagnosticó constricción pericárdica en 33 pacientes (16%) luego de la pericardiocentesis.
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El taponamiento fue evidente clínicamente y descompensó al paciente en el 52% de los pacientes que evolucionaron con pericarditis constrictiva vs el 36% de los que no evolucionaron con constricción (p=0.08).
El hemopericardio fue más frecuente en los que evolucionaron con constricción (33% vs. 13%; p=0.003). Luego de la pericardiocentesis, ciertos hallazgos ecocardiográficos fueron predictores de pericarditis constrictiva posterior como variaciones respiratorias de la velocidad a nivel mitral, flujo reverso en las venas supra hepáticas con la espiración y movimientos del septum asociados a la respiración.
Se observaron 4 muertes en el grupo que evolucionó con pericarditis constrictiva, aunque todos tenían antecedentes de neoplasias al momento del diagnóstico.
Durante un período de seguimiento de 3.8 años (rango 0.5 a 8.3) solo 2 pacientes requirieron pericardiéctomía por síntomas persistentes de constricción.
Conclusión
En esta gran cohorte de pacientes no seleccionados que requirieron pericardiocentesis el 16% evolucionó con pericarditis constrictiva. El pronóstico a largo plazo de estos pacientes es bueno y la necesidad de pericardiéctomía es rara.
Título original: Effusive-Constrictive Pericarditis After Pericardiocentesis. Incidence, Associated Findings, and Natural History.
Referencia: Kye Hun Kim et al. J Am Coll Cardiol Img 2018. Article in press.
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