El desarrollo de la Cardiología Intervencionista ha llevado a que podamos tratar con éxito lesiones y situaciones angiográficas cada vez más complejas. Esto va de la mano de que frecuentemente la duración de los procedimientos es cada vez mayor lo que conlleva automáticamente un mayor tiempo de radioscopia y de imágenes filmadas.
El resultado de esto, frecuentemente inadvertido, es la posibilidad de la aparición de radiolesiones en nuestros pacientes o en nosotros mismos. Debemos tener en cuenta además que los intervencionistas más jóvenes pueden desarrollar opacidades más rápido que los de más edad.
Uno de los tejidos más sensibles a la radiación es el cristalino. El daño radioinducido se produce en la zona germinativa donde las células se reproducen lentamente a lo largo de nuestras vidas. No está claro porqué este daño se produce preferentemente en la cara dorsal del cristalino. Es posible que la membrana basal a este nivel sea más fina pero el resultado de ello es que las células pierden su uniformidad y emiten prolongaciones que las hacen unirse entre sí. El resultado de ello es la pérdida de la transparencia con menor pasaje de luz. El primer estadio de esto con las opacidades en sus diferentes estados y que en su grado máximo se convierten en cataratas.
El presente trabajo publicado en este mes en el Journal of Vascular Interventional Radiology tiene un doble mérito: ha permitido observar la elevada frecuencia de esta patología no solo en los cardiólogos intervencionistas sino además en el personal de sala que a pesar de trabajar más alejados del tubo de rayos X igualmente presentan un elevado porcentaje de daño radioinducido. Además nos ha permitido demostrarnos que en el marco de un congreso de SOLACI es posible, además de la dinámica habitual, realizar un trabajo de campo. Fueron examinados 127 asistentes al congreso SOLACI realizado en Buenos Aires en el año 2011. Además de llenar un formulario en que se colocaba la carga de trabajo fueron examinados por 3 oftalmólogos, uno de ellos especialista en radiolesiones oculares y un físico médico. Ha sido la primera vez que nuestras propias opacidades de cristalino pudieron ser demostradas con lámpara de hendidura digital. Todo este equipo fue coordinado por la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) y apoyado por SOLACI.
La importancia de la frecuencia de las opacidades radioinducidas es tal que la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP) ha reducido el límite anual de dosis ocupacional de 150 a 20 mSv en el año 2011.
Tomar conciencia de la posibilidad de padecer este tipo de radiolesiones nos debe llevar a incrementar nuestros cuidados y a aplicar, tanto nosotros como el personal de sala, todas las medidas de protección radiológica necesarias. Solo así podremos continuar con una práctica segura y de desarrollo continuo.
Gentileza Dr. Ariel Durán,
Co-autor del trabajo
http://solaci.org/es/pdfs/opacidad_cristalino_asociada_radiacion.pdf
Dr. Ariel Durán para SOLACI.ORG