Estar casado, siempre que se conviva con el cónyuge, o vivir en pareja es un factor que reduce el riesgo de sufrir infartos de miocardio en hombres y mujeres de todas las edades, según un estudio realizado en Finlandia y publicado en la Revista Europea de Cardiología Preventiva.
Según los resultados del estudio, los hombres solteros, divorciados o viudos sufrieron entre un 58 y un 66 por ciento más infartos que las personas casadas de todas las edades, mientras que entre las mujeres no casadas la cifra fue entre un 60 y un 65 por ciento más elevada.
Las diferencias son aún mayores si se compara el porcentaje de defunciones en los 28 días posteriores al infarto entre personas casadas y no casadas, lo cual indica que el estado civil estaría asociado también a las probabilidades de superar un ataque al corazón.
La tasa de mortalidad fue entre un 60 y un 168 por ciento más alta en los hombres solteros que en el grupo de personas casadas de ambos sexos, y aún mayor -entre el 71 y el 175 por ciento- en las mujeres no casadas.
Las diferencias en el pronóstico no pueden ser explicadas totalmente por las diferencias en el tiempo que se tarda en buscar asistencia médica. En su opinión, concurren además motivos socio-demográficos, y apuntan a la posibilidad de que las personas casadas tengan mejores hábitos de salud y disfruten de un mayor nivel de apoyo social que los solteros, lo cual influiría positivamente en su estado de salud general.
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