El doctor Marco Antonio Martínez Ríos proviene de una familia de médicos. “Lo más natural para mí fue estudiar Medicina”, acepta quien fue, allá por el ’93, el presidente del Grupo Latinoamericano de Cardiología Intervencionista (GLACI), la semilla que terminaría germinando y convirtiéndose en SOLACI en 1994.
Desde el pregrado, supo que se dedicaría a la Cardiología: “Cuando era alumno del curso de Cardiología, mis maestros notaron en mí ciertas características que los llevaron a pensar que yo debería ser cardiólogo. Esto me marcó profundamente”, recuerda emocionado Martínez Ríos.
Al terminar la residencia de Cardiología en el Instituto Nacional de Cardiología de México, lo enviaron a Estados Unidos a estudiar cateterismo cardíaco para realizar arteriografía coronaria, que aún no era moneda corriente en México.
¿Y cómo llegó la Cardiología Intervencionista?
Fui desarrollándola posteriormente de manera tutorial en programas de formación con Andreas Gruentzig en Zürich y, posteriormente, en Atlanta. En aquella época [en los ’70] no existía un programa universitario de Cardiología Intervencionista como ahora.
En la actualidad, el Dr. Marco Antonio Martínez Ríos es Director General del Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez”, cargo que ocupa desde el 2009. En declaraciones a la prensa, la ex Secretaria de Salud de México, Mercedes Juan López, destacó que en los últimos cinco años, bajo la dirección de Martínez Ríos, se modernizaron los quirófanos, se adecuaron salas de hemodinamia y se amplió la consulta externa, entre otras áreas.
¿Cómo fue este proceso de mejoras en el INC?
El Instituto ha sufrido múltiples cambios en estos siete años y medio en que he tenido la responsabilidad de ser Director General. Se ha adecuado a los cambios de la Cardiología moderna. Se han adquirido nuevas salas de cateterismo, nueva tomografía computada de 256 cortes y fuente doble, nueva resonancia magnética y se han remodelado las áreas quirúrgicas y de terapia intensiva, así como se han actualizado los procesos de gestión de pacientes en áreas como consulta externa, laboratorio y servicios críticos. Hemos logrado, en estos años, implementar los más recientes avances de las áreas de mayor crecimiento en Cardiología como son Intervencionismo, Electrofisiología e Imagen Cardiovascular. Y, en materia de investigación, tenemos hoy en día más de 110 miembros del Sistema Nacional de Investigadores con alta productividad. Formamos anualmente más de 350 médicos residentes afiliados a la Universidad Nacional Autónoma de México en Cardiología en altas especialidades como Cardiología Intervencionista y especialidades afines a la Cardiología como la Nefrología, Cirugía Cardíaca, Cardiología Pediátrica, Reumatología, entre otras.
Ya que mencionó a la investigación. ¿Cuáles considera que son las innovaciones más prometedoras de estos últimos tiempos en términos de dispositivos y procedimientos en la Cardiología Intervencionista?
En nuestra institución se elaboran desde hace 30 años prótesis valvulares biológicas del Instituto Nacional de Cardiología con gran éxito. Hoy en día estamos desarrollando los primeros stents del Instituto Nacional de Cardiología, con tecnología y diseño propios, actualmente en fase de prueba en animales. El Instituto fue el primer centro certificado en México para TAVI, teniendo experiencia con todos los modelos disponibles en el país. Estamos trabajando por un diseño propio. En materia de intervencionismo, hemos adquirido una notable experiencia en cardiopatías congénitas y somos centro de referencia internacional atendiendo, mediante esta técnica, a casi la mitad de todos los pacientes con estos diagnósticos en el país.
Usted es profesor de pre y posgrado en la Universidad Autónoma de México. ¿Qué importancia tiene en su vida la docencia y la formación de los jóvenes profesionales?
La docencia es una de las actividades que más disfruto. El contacto con los jóvenes estudiantes de Medicina y con los cardiólogos en formación es revitalizante. Un compromiso con la formación de calidad de los que serán los líderes de la Cardiología del mañana. A través de la docencia mantenemos constante nivel de actualización en los conocimientos básicos de la especialidad y muchas veces surgen las preguntas que nos motivan a la investigación.
Es uno de los miembros fundadores de SOLACI y fue el presidente del GLACI (que luego devino en SOLACI). ¿Qué recuerdos tiene de la etapa fundacional?
En 1989 me nombraron Jefe del Departamento de Hemodinámica del Instituto Nacional de Cardiología con un objetivo muy claro: remodelar todas las salas de cateterismo. Se compraron cinco salas nuevas y se envió al personal joven a prepararse en el extranjero. A su regreso, se actualizó la plantilla de médicos adjuntos. Con nuevos bríos e inquietudes, se invitó al Departamento a profesores internacionales para iniciar programas académicos de alto nivel. En este mismo tenor, se iniciaron cursos internacionales y, de esta manera, surgió la necesidad de crear un grupo académico en el marco de uno de estos cursos: el Primer Curso Interamericano de Cardiología Intervencionista. Fueron invitados los más destacados intervencionistas de América Latina y, el último día del curso, se formó oficialmente el Grupo Latinoamericano de Cardiología Intervencionista. Este se reunía, al menos, dos veces por año en el marco de los congresos del American College of Cardiology (ACC) y de la American Heart Association (AHA) con espléndidas actividades académicas y sociales.
¿Cuál es el mejor recuerdo que tiene de todos estos años como miembro de SOLACI?
Quizá el mejor recuerdo que tengo es la transformación que ha tenido SOLACI. Ha pasado de ser un sueño de unos pocos intervencionistas a una Sociedad madura con reconocimiento y prestigio mundial. Los fundadores nunca nos imaginamos lo que estábamos creando. Hoy SOLACI se ha transformado en un referente internacional, adecuándose a los tiempos para cumplir los objetivos que se trazaron desde un inicio. Estoy convencido de que este es el brillante comienzo de una historia aún más productiva que, con el ímpetu de las nuevas generaciones, pueda seguir transformándose de cara al futuro.
¿Y el mejor recuerdo de los Congresos?
Tengo muy gratos recuerdos del Congreso SOLACI del año 2000 en la Ciudad de México -que me tocó presidir-. En él, las principales instituciones de México participaron con casos en vivo y destacados ponentes. Quisiera extender un merecido reconocimiento al extinto Dr. Manuel Gil, quien fuera mi secretario y tuvo un papel crucial en el desarrollo de las actividades de aquel congreso. SOLACI me ha permitido además cultivar entrañables amistades con colegas latinoamericanos con los que he tenido la oportunidad de compartir muy agradables momentos.
Por Laura Spiner.