En las nuevas guías de hipertensión publicadas en 2018 el sexto mandamiento rezaba “hacer intervenciones en el estilo de vida de los pacientes”, lo cual incluía restringir el sodio, comer saludable, hacer ejercicio regular, controlar el peso, abandonar el hábito tabáquico y, por último, moderar el consumo de alcohol.
Está claro que el consumo desmedido de alcohol induce hipertensión y probablemente sea una de las principales causas de hipertensión secundaria, pero en pocos lugares está definido qué es un consumo moderado o “saludable”.
Hay estudios observacionales consistentes que indican una asociación entre el alcohol y los eventos cardiovasculares en forma de “U”. En otras palabras, un consumo bajo o moderado (un trago o el equivalente a 12.5 gr. de por día para las mujeres y hasta dos tragos o el equivalente a 25 gr. de por día para los hombres) se asocia con una reducción del riesgo cardiovascular global de eventos y mortalidad comparado con la abstinencia absoluta o un consumo excesivo.
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La graduación alcohólica se expresa en grados y mide el contenido de alcohol absoluto en 100 centímetros cúbicos (cc), o sea el porcentaje de alcohol que contiene una bebida. Por ejemplo, un vino que tenga 13 grados significa que contiene 13 cc de alcohol absoluto por cada 100 cc del total del vino. El grado alcohólico viene expresado en los envases como (°) o bien como vol%.
Para realizar el cálculo la fórmula sería: volumen consumido (en cc) x graduación x 0.8 y todo esto divido 100. Hay que preguntarle al paciente qué toma (nos da la graduación) y cuánto (nos da el volumen en cc) para calcular si ese consumo es beneficioso o perjudicial para su salud.
De todas formas, esta generalización enmascara importantes matices que merecen un examen más detenido.
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El patrón de consumo, el tipo de alcohol, factores asociados al consumo de alcohol como el nivel socio económico y patrones dietarios pueden modificar significativamente la generalización realizada previamente. Tampoco es lo mismo un determinado consumo en una persona con el corazón sano que uno con enfermedad cardíaca establecida, particularmente la disfunción ventricular izquierda.
Además, el efecto del alcohol es diferente sobre la patología coronaria que sobre las arritmias o la insuficiencia cardíaca y también es diferente sobre los strokes isquémicos y hemorrágicos.
Es importante considerar que incluso aunque existiera un modesto beneficio cardiovascular con el consumo moderado todavía debe tenerse en cuenta su riesgo sobre enfermedades oncológicas y cirrosis.
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Finalmente, los datos sobre este modesto beneficio surgen de estudios observacionales con múltiples limitaciones metodológicas y potenciales factores confundidores.
Por estas razones, tal vez sea más prudente por el momento, aconsejar la restricción a respaldar el consumo para reducir el riesgo cardiovascular.
leong2019-libre-para-publicarTítulo original: Are the cardiac effects of alcohol good, bad, or neither?
Referencia: Leong DP et al. Eur Heart J. 2019 Mar 1;40(9):712-714.
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