La amiloidosis cardíaca (AC) es una enfermedad sistémica y progresiva caracterizada por la acumulación de proteínas mal plegadas en el miocardio, el sistema de conducción y el tejido valvular. En pacientes con estenosis aórtica severa candidatos a TAVI, la coexistencia de AC es cada vez más frecuente, con una prevalencia estimada entre el 8 % y el 16 %. Sin embargo, su impacto sobre la evolución clínica post-TAVI continúa siendo incierto.

Este estudio observacional, retrospectivo y multicéntrico utilizó la red global TriNetX (que agrupa más de 180 millones de registros sanitarios) para analizar la incidencia de eventos adversos a un año en pacientes sometidos a TAVI con o sin diagnóstico de amiloidosis, entre enero de 2005 y diciembre de 2023.
El punto final primario fue un compuesto de insuficiencia cardíaca (IC), accidente cerebrovascular isquémico (ACV), implante de marcapasos definitivo (MCP), lesión renal aguda (IRA) y mortalidad por cualquier causa al año. Los puntos finales secundarios fueron los componentes individuales.
La población total incluyó 52.885 pacientes, de los cuales 589 presentaban amiloidosis y 52.296 no la tenían. La edad media fue de 78 ± 8 años, con aproximadamente un 40 % de mujeres. Predominaron las válvulas autoexpandibles (CoreValve, Evolut R y Evolut PRO). La forma por transtirretina (ATTR) fue la más prevalente.
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Los pacientes con amiloidosis mostraron una mayor carga de comorbilidades: hipertensión arterial (91,3 % vs 82,5 %), insuficiencia cardíaca previa (74 % vs 59,2 %), fibrilación auricular (53,8 % vs 36,5 %), enfermedad renal crónica (47,4 % vs 31,5 %), cardiopatía isquémica (86,8 % vs 77,2 %) y diabetes mellitus (41,9 % vs 36,9 %). Asimismo, se observaron con mayor frecuencia valvulopatías asociadas, tanto mitral (42,1 % vs 30,2 %) como tricuspídea (21,7 % vs 14,6 %).
En los resultados, el análisis de Cox demostró un riesgo significativamente mayor de eventos combinados en el grupo con amiloidosis (HR 1,27; IC 95 %: 1,08–1,49). La insuficiencia cardíaca fue la causa más frecuente (HR 1,37; IC 95 %: 1,10–1,70), seguida del ACV (HR 1,67; IC 95 %: 1,16–2,40) y de la necesidad de implante de MCP (HR 2,25; IC 95 %: 1,15–4,41). No se observaron diferencias significativas en la incidencia de IRA (HR 1,07; IC 95 %: 0,83–1,38) ni en la mortalidad (HR 0,77; IC 95 %: 0,54–1,10).
Cabe destacar que los pacientes con amiloidosis presentaban una mayor prevalencia de trastornos de conducción basal: bloqueo auriculoventricular o de rama en el 38,4 % frente al 24,1 % (diferencia media estandarizada 0,31), y otros trastornos de conducción (como hemibloqueo o alteraciones inespecíficas) en el 29,9 % vs 15,6 %. Este hallazgo se correlacionó con el mayor riesgo de requerir MCP durante el seguimiento (HR 2,25; IC 95 %: 1,15–4,41).
Conclusión
La presencia de amiloidosis cardíaca en pacientes sometidos a TAVI —aunque subdiagnosticada (< 1 % en esta cohorte)— se asocia con un mayor riesgo de insuficiencia cardíaca, accidente cerebrovascular e implante de marcapasos al año, sin aumento significativo de la mortalidad ni de la incidencia de lesión renal aguda.
La detección temprana de esta condición podría influir en decisiones terapéuticas clave, como la elección del tipo de prótesis (posiblemente favoreciendo las válvulas balón-expandibles) y la estrategia antitrombótica, considerando que la combinación de miocardiopatía restrictiva y estasis auricular propia de la amiloidosis incrementa la susceptibilidad a eventos tromboembólicos.
Título Original: Impact of amyloidosis on outcomes after transcatheter aortic valve implantation.
Referencia: Luigi Gerra et al. Rev Esp Cardiol. 2025;78(10):886–895.
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