Desde los primeros reportes, allá por 1920, hemos estudiado, reconocido y documentado el exceso de eventos asociados a la hipertensión arterial. Esta relación lineal entre el nivel de presión arterial y el riesgo de stroke es evidente en todos los adultos más allá de la edad, sexo o raza, transformando a la hipertensión arterial en el mayor blanco de la salud pública global.
El mayor impacto de reducir la hipertensión se observó en los adultos de entre 60 y 74 años, donde una disminución de la presión sistólica de 148 a 129 mmHg llevó a una reducción del 50% del riesgo de stroke, y una disminución de 188 a 156 mmHg a una reducción del ¡90% del riesgo!
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Estos niveles más bajos de presión arterial observados fueron, obviamente, gracias al tratamiento farmacológico de este grupo etario. Sin embargo, niveles más bajos también se observaron en el grupo de entre 20 y 29 años lo que sugiere que la prevención y el tratamiento no farmacológico son también muy efectivos.
Desde finales de los 90 hasta el 2017 la evidencia de estudios clínicos randomizados y de estudios epidemiológicos se fue incorporando a las guías para detectar, tratar, controlar y prevenir la hipertensión arterial de la manera más efectiva posible.
Con cada nueva guía que redefinió objetivos y mejoró los protocolos de tratamiento se observó una disminución de la tensión arterial de la población y una reducción del riesgo de stroke. Estas mejoras no pueden ser atribuidas a las guías en sí, sino más bien a la implementación por los médicos de sus recomendaciones en la práctica clínica diaria.
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La reducción en el riesgo de stroke gracias a la disminución de la tensión arterial ha sido propuesta como el mayor logro de la salud pública de los últimos 50 años. Este logro no es más que el resultado de la aplicación en la práctica clínica diaria de las recomendaciones basadas en la evidencia y de la adherencia al tratamiento por parte de los pacientes.
Tenemos la esperanza de que las ambiciosas recomendaciones de las nuevas guías de hipertensión del 2017 puedan continuar con la tendencia de sus antecesoras, ya que todavía existe un enorme potencial en mejorar la salud cerebrovascular de la población.
Título original: Implications of New High Blood Pressure Guidelines for Stroke Primary and Secondary Prevention.
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