Los pacientes que reciben TAVI son en su gran mayoría añosos y frágiles, con comorbilidades cardiovasculares y no cardiovasculares. Por lo tanto, se relaciona con un riesgo de eventos tromboembólicos y sangrado.
Se realizó un análisis del estudio Galileo sobre los predictores de mortalidad luego del implante exitoso.
La mortalidad a 248 días fue del 9.2%, siendo de 5.5% de causa cardiovascular y del 3.9% de causa no cardiovascular.
Los predictores de mortalidad fueron edad >85 años, sexo masculino, hemoglobina <10 g/dL, EPOC, enfermedad vascular periférica, eGFR <45 ml/min/1,73m2 y clase funcional III-IV.
La presencia de eventos tromboembólicos fue del 8.5%, con un tiempo de aparición del primer evento a 151 días, siendo el más frecuente el stroke seguido por infarto y -con menor frecuencia- trombosis valvular sintomática, TVP, embolia pulmonar y embolia sistémica.
El sangrado (de acuerdo con la clasificación BARC) fue del 18.2%, con un tiempo medio de aparición del primer sangrado de 66 días, siendo el más frecuente el BARC 3, seguido del 2, y con menor frecuencia el 1 y el 5.
La mortalidad luego de un evento tromboembólico -según la curva de Kaplan Meier- se relacionó en un 54.4% con un tiempo de aparición entre el evento y la muerte de 36 días.
Luego de un sangrado BARC 2 o 3, la muerte fue del 17%, según la curva de Kaplan Meier, con un tiempo entre el sangrado y la muerte de 178 días.
Los sangrados BARC 2,3 y 5 se asociaron a mortalidad.
Los autores concluyen que ciertas variables clínicas se relacionan con mortalidad y que los eventos tromboembólicos son menos frecuentes que los sangrados, aunque ambos se asocian a mortalidad (generalmente dentro del año). Además, coinciden en que el balance entre eventos de sangrado y tromboembolia luego de un TAVI exitoso continúa siendo un desafío.
Dr. Carlos Fava.
Miembro del Consejo Editorial de SOLACI.org.
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