La insuficiencia tricuspídea (IT) en etapa avanzada es una enfermedad incapacitante que se asocia con insuficiencia cardíaca y un aumento en la mortalidad.
El tratamiento de borde a borde ha demostrado mejorar tanto la condición clínica como la calidad de vida de los pacientes; sin embargo, no ha mostrado beneficios significativos en términos de mortalidad. Cabe señalar que estos estudios se realizaron en pacientes con enfermedad en fases muy avanzadas, lo cual probablemente afectó los resultados.
El reemplazo valvular tricuspídeo ha demostrado ser más efectivo, mejorando la calidad de vida, la clase funcional y la sobrevida en comparación con el tratamiento médico.
En el estudio TRISCEND II, de carácter prospectivo y randomizado, se incluyeron 392 pacientes con insuficiencia tricuspídea severa o mayor, quienes presentaban síntomas o signos de IT o habían sido hospitalizados por insuficiencia cardíaca pese al tratamiento médico. De estos, 259 pacientes recibieron reemplazo valvular tricuspídeo percutáneo (RVT), mientras que el resto continuó con tratamiento médico (TM).
El punto final primario (PFP) fue un compuesto que incluyó muerte por cualquier causa, necesidad de asistencia ventricular derecha, trasplante cardíaco, cirugía tricuspídea o reintervención al año de seguimiento.
Los grupos fueron bien balanceados en términos de características basales: edad media de 78 años, 75% mujeres, índice de masa corporal de 26, y un índice STS de mortalidad para reparación valvular del 7% y para reemplazo del 10%. El EuroScore promedio fue de 5.4%. En cuanto a comorbilidades, el 20% presentaba ascitis, el 10% deterioro hepático y el 38% había requerido hospitalización previa por insuficiencia cardíaca. Además, el 90% tenía hipertensión, el 17% EPOC, el 57% deterioro renal, el 15% antecedentes de CRM, el 12% antecedentes de IAM y el 38% contaba con un marcapasos o AICD.
La causa más frecuente de IT fue secundaria (73%), seguida de primaria (14%) y mixta en menor proporción. La IT severa se presentó en el 47% de los pacientes, seguida de la torrencial en el 30%, y el resto fueron casos masivos. La presión sistólica de la arteria pulmonar promedio fue de 38 mmHg y la fracción de eyección de 54%.
El PFP favoreció al RVT (HR 2.02; IC del 95%: 1.56 a 2.62; P<0.001). La mortalidad por cualquier causa fue menor en el grupo de RVT, aunque sin alcanzar significancia estadística (12.5% vs. 14.8%), al igual que las rehospitalizaciones por insuficiencia cardíaca.
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La necesidad de marcapasos definitivo fue mayor en los pacientes que recibieron RVT (17.4% vs. 2.3%).
En el grupo de RVT, hubo una mejoría significativa en la clase funcional, la calidad de vida y la prueba de marcha de 6 minutos. En el análisis ecocardiográfico se observó una reducción sostenida de la IT, donde el 73% no presentó regurgitación o fue mínima, y en el 23% fue leve.
Conclusión
El reemplazo valvular tricuspídeo percutáneo fue superior al tratamiento médico en el punto final primario compuesto, principalmente debido a la mejoría en los síntomas y en la calidad de vida de los pacientes.
Título Original: Transcatheter Valve Replacement in Severe Tricuspid Regurgitation. TRISCEND II Trial.
Referencia: R.T. Hahn, et al. NEJM DOI: 10.1056/NEJMoa2401918.
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