La calcificación coronaria severa representa un reto significativo en la cardiología intervencionista. Tradicionalmente, la aterectomía rotacional (RA) ha sido la técnica de elección para abordar este tipo de lesiones, aunque presenta limitaciones inherentes a su complejidad técnica, la prolongación del procedimiento y el riesgo de lesión vascular. En este contexto, la litotricia intravascular (IVL) ha emergido como una alternativa innovadora que permite una expansión segura del stent sin comprometer la integridad de la pared arterial.

Se analizaron 11 estudios (10 cohortes retrospectivas y un ensayo clínico no ciego), que incluyeron un total de 2,120 pacientes, de los cuales 1,127 fueron tratados con IVL y 993 con RA. La edad promedio fue de 72.1 años. Ambos grupos presentaron comorbilidades frecuentes: hipertensión arterial (IVL: 84.9%, RA: 100%), dislipidemia (IVL: 96.2%, RA: 93.4%) y diabetes mellitus (IVL: 35%, RA: hasta 46%), mientras que la enfermedad renal crónica se observó en el 15–20% de los casos.
Todas las lesiones tratadas presentaban calcificación severa, confirmada mediante estudios angiográficos o intravasculares. Las lesiones ubicadas en el tronco coronario izquierdo representaron hasta el 25% de los procedimientos, siendo más frecuentes en el grupo IVL. Las bifurcaciones complejas estuvieron presentes en el 15% al 30% de los casos. La mayoría de las lesiones fueron clasificadas como tipo B2/C según la clasificación ACC/AHA, con longitudes promedio de 21.4 mm en IVL y 24.1 mm en RA, y diámetros arteriales comprometidos entre 2.5 y 3.5 mm. La RA requirió un mayor número de pasos técnicos y un uso más frecuente de dispositivos auxiliares, lo que incrementó tanto la duración como la complejidad del procedimiento. En contraste, la IVL fue aplicada con mayor facilidad, incluso en anatomías complejas.
El éxito del procedimiento, definido como la ganancia luminal y la expansión adecuada del stent, fue el desenlace primario. Como desenlaces secundarios se consideraron la mortalidad, el volumen de contraste utilizado, la duración del procedimiento y las complicaciones asociadas.
En comparación con la RA, la IVL mostró ventajas significativas al reducir el volumen de contraste utilizado, con una diferencia media de −17.45 mL (IC 95%: −32.79 a −2.11; I² = 89%), así como el tiempo del procedimiento, con una reducción promedio de 27.9 minutos (IC 95%: −30.11 a −25.68; I² = 92.3%). No se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la ganancia luminal (diferencia media: 0.15 mm²; IC 95%: −0.17 a 0.48; I² = 59%) ni en la tasa de éxito del procedimiento (OR: 2.04; IC 95%: 0.34–12.45; I² = 66.8%). La mortalidad fue comparable entre ambos grupos (OR: 0.55; IC 95%: 0.28–1.06; I² = 1%).
Conclusión
La IVL se asoció con una reducción significativa en el uso de contraste y en la duración del procedimiento. Aunque no se observaron diferencias en la ganancia luminal ni en la mortalidad, la IVL se perfila como una estrategia eficaz, especialmente en pacientes con disfunción renal o lesiones coronarias complejas. Sin embargo, se requieren estudios aleatorizados adicionales para confirmar estos beneficios a largo plazo.
Referencia: Ricardo Fonseca Oliveira Suruagy‐Motta et al. Catheterization and Cardiovascular Interventions, 2025; Volumen 1–10 DOI: 10.1002/ccd.31591.
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