Realizar una angioplastia primaria exitosa, indicar todas las medicaciones para la prevención primaria y no dar consejos sobre la importancia de continuar o comenzar a realizar actividad física es desperdiciar otra de las tantas oportunidades que tenemos para mejorar la calidad de vida y disminuir la mortalidad de nuestros pacientes.
Si los cardiólogos clínicos no toman la posta nuestro trabajo no debería finalizar con la angiografía final con flujo TIMI 3, y para eso es importante tener idea de toda la evidencia que existe para el seguimiento posterior, tanto farmacológico como no farmacológico.
Comenzar o mantener el nivel de actividad física luego de un infarto agudo de miocardio puede ayudar a disminuir la mortalidad a 4 años luego del evento según este reciente estudio Sueco.
Comparado con aquellos pacientes que continuaron siendo sedentarios o que luego del evento abandonaron la actividad física, los que la mantuvieron mostraron menor mortalidad.
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Es necesario enfatizar en este punto, ya que los médicos en general no tienen tan presentes los consejos sobre la importancia de la actividad física, a diferencia de otras recomendaciones de cambios de estilo de vida como el consumo de alcohol o dejar de fumar.
El miedo y el desconocimiento por parte de los pacientes se combinan para limitar la actividad.
Este trabajo, que incluyó tres estudios con un total de 22227 pacientes, registró la actividad física en las visitas de prevención secundaria a las 6 y 10 semanas y al año luego del infarto índice. Si los pacientes no reportaban más de una sesión de actividad física de al menos 30 minutos en la última semana fueron considerados sedentarios. Así se formaron cuatro grupos: inactivos en todas las visitas de prevención secundaria (constantemente inactivos), activos al principio pero inactivos después (actividad reducida), inactivos al principio pero que comienzan la actividad (incremento de la actividad) y finalmente el cuarto grupo que se mantuvo activo siempre (constantemente activos).
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Luego de un seguimiento de 4.2 años la tasa de mortalidad por cada 1000 pacientes por año fue de 28.2%, 12.7%, 11.4% y 7.5% en los pacientes “inactivos”, “con actividad reducida”, “con incremento de la actividad” y “constantemente activos”, respectivamente. Luego de ajustar por múltiples variables, los tres grupos que realizaron algún tipo de actividad física mostraron menor mortalidad que aquellos que se mantuvieron constantemente inactivos.
Título original: Increased physical activity post-myocardial infarction reduces mortality.
Referencia: Ekblom O et al. EuroPrevent 2018. Ljubljana, Slovenia.
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