Los retrasos en el recambio valvular aórtico por catéter (TAVI) debido a la pandemia por COVID-19 ya muestra consecuencias. Los pacientes con estenosis aórtica severa que no recibieron el TAVI en el momento que estaba planeado sufrieron un aumento de todos los eventos, incluida la mortalidad.
Según dos recientes trabajos publicados en JAMA, retrasar el procedimiento en pacientes con estenosis aórtica severa sintomática es una apuesta riesgosa, en especial para aquellos con función ventricular deteriorada, enfermedad coronaria asociada o enfermedad de otras válvulas.
Uno de los estudios realizados en Nueva York mostró que el 10% de los pacientes en los que se demoró el procedimiento terminaron recibiéndolo de urgencia o directamente fallecieron dentro de los 30 días de la espera.
La demora en el procedimiento se debió al colapso del sistema de salud por la pandemia del COVID-19.
Cuando la demora alcanzó los 3 meses, un tercio de los pacientes requirieron intervenciones de urgencia o fallecieron.
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Algunos que tenían programada una cirugía de recambio valvular debieron modificar la estrategia a un TAVI de urgencia debido al empeoramiento de los síntomas.
El otro trabajo, realizado en Suiza, mostró hallazgos similares. Casi un 20% de los pacientes que suspendieron su TAVI programada luego se internaron por empeoramiento de los síntomas o insuficiencia cardíaca.
La estenosis aórtica severa sintomática es una enfermedad demasiado grave como para considerar su tratamiento como “electivo”, según algunos expertos.
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Algunos criterios para orientarnos pueden ser un área valvular <0.6 cm², un gradiente medio > 60 mmHg, descompensación de causa cardíaca dentro de los últimos tres meses o síntomas en CF III. Ante un paciente con estenosis aórtica severa y algunos de estos criterios lo más sensato parece ser avanzar con el procedimiento sin demoras.
En Suiza, durante el pico de la pandemia (que terminó el 26 de abril 2020) se presentaron unos 71 pacientes con estenosis aórtica severa, de los cuales 25 fueron derivados expeditivamente a TAVI y 46 fueron diferidos e incluidos en el registro AS DEFER.
El criterio de diferir fue la prohibición de las autoridades gubernamentales para realizar procedimientos electivos durante ese período.
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Luego de un seguimiento de un mes se observó que el punto final combinado (muerte, stroke y hospitalización no planeada) ocurrió en el 19.6% del grupo diferido vs 4% del grupo tratado expeditivamente (p=0.08).
La diferencia se basó fundamentalmente en las hospitalizaciones no planeadas.
Toda esta información es importante teniendo en cuenta que en muchos países el pico ya pasó. Es el momento de buscar nuestra agenda y llamar a todos los pacientes a los que en marzo le suspendimos el procedimiento entendiendo que era el mal menor.
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También es importante para los lugares en los que se consiguió aplanar la curva y en donde el pico todavía no llegó. Este aplanamiento consiguió que el sistema de salud no colapse al atender los pacientes con COVID-19, pero alargó la espera de aquellos con estenosis aórtica.
ro-2020-ld-200147-1600707198-79423 ryffel-2020-ld-200150-1600707219-57843Referencia: Ryffel C et al. JAMA Netw Open. 2020;3(9):e2020402. doi:10.1001/jamanetworkopen.2020.20402.
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