La hipertensión sistólica se asocia más fuertemente a eventos cardiovasculares, aunque la presión arterial diastólica no debe ser subestimada ya que también es capaz de predecir peores resultados.
La presión sistólica se asocia muy fuertemente a eventos cardiovasculares adversos, pero esto de ninguna manera significa que las mediciones de presión diastólica no sean importantes.
Este es el mensaje de este trabajo que fue recientemente publicado en NEJM mostrando que en más de 1.3 millones de pacientes ambulatorios tanto la hipertensión sistólica como la diastólica se asocian a largo plazo y de manera independiente con eventos cardiovasculares (infarto agudo de miocardio, stroke isquémico o hemorrágico) más allá de cuál de las dos presiones tengamos en cuenta.
La presión diastólica no debe ser ignorada y el foco debe ser puesto en ambas cifras como objetivo (sistólica y diastólica) tanto para el diagnóstico como para el tratamiento de la hipertensión para maximizar las chances de que la terapia reduzca efectivamente el riesgo de la población. Para este trabajo los objetivos de las guías AHA/ACC son razonables y se basan en una gran cantidad de evidencia, por lo que los autores sugieren ser agresivos especialmente en los pacientes de mayor riesgo.
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Para los autores la forma J de la curva no sería de mayor preocupación.
El análisis incluyó 36.8 millones de registros de tensión arterial obtenidas con aparatos automáticos. Utilizando el corte de 140/90 el 18.9% de las mediciones indican la presencia de hipertensión y cuando se utiliza el corte de 130/80 la incidencia aumentó al 43.5%!!!
Más allá de la definición que utilicemos, tanto la presión sistólica como la diastólica se asociaron de manera independiente a eventos adversos en un período de seguimiento de 8 años.
La relación fue más fuerte para las mediciones sistólicas que las diastólicas.
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Los autores también exploraron la forma de J previamente observada entre la presión diastólica y los eventos. En el análisis no ajustado se observó un aumento del riesgo tanto para el pico como para el valle, pero al ajustar por edad, raza y otras comorbilidades, el riesgo en la parte baja de la curva desaparece.
Según este trabajo la forma de J de la curva en esta población analizada (mayormente saludable y con una edad media de 53 años) no es un problema, por lo que podemos ser más agresivos y tratar de alcanzar los objetivos propuestos sin miedo a la J, ya que en esta población el riesgo en el valle desaparece luego de realizar todos los ajustes.
Título original: Effect of systolic and diastolic blood pressure on cardiovascular outcomes.
Referencia: Flint AC et al. N Engl J Med. 2019;381:243-251.
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