Esta revisión publicada en JACC hace énfasis en las comidas que deberíamos consumir y no en las que deberíamos evitar (siendo esto último algo muy común históricamente).
En ese sentido, la dieta mediterránea con pescado como fuente de proteínas debería ser el gold estándar.
Todo esto con el objetivo final de aumentar la expectativa de vida.
Promover la salud cardiovascular en base a una dieta rica en vegetales, frutas, nueces, semillas, legumbres, granos enteros y aceite de oliva extra virgen es óptimo sumado a una cantidad pequeña de pescado/frutos de mar y productos fermentados de la leche (ejemplo quesos).
La idea es balancear los pros y contras de consumir vegetales vs carnes.
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Hoy la mayoría de la población consume demasiados productos de origen animal y, como si fuera poco, éstos están muy procesados, son ricos en grasas saturadas y en aditivos químicos (conservantes, saborizantes, etc.).
Tanto las guías sobre dietas de 2015 y 2020 como las guías de prevención primaria del año 2019 de la ACC recomiendan la dieta mediterránea clásica.
Esta dieta llamada, “Pesco-Mediterránea”, es la evolución de la clásica pero incorpora algo de pescado o frutos de mar como proteínas animales de elección.
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Otro punto es el énfasis en las bebidas no calóricas: agua o eventualmente té o café. También se puede combinar con ayuno intermitente.
Muchas dietas “de moda” como aquellas bajas en hidratos de carbono se basan en un consumo desmesurado de carne.
En el otro extremo, muchos vegetarianos completan las calorías de su dieta con alimentos fritos procesados de mala calidad. Las papas fritas son definitivamente vegetarianas pero esto no las hace necesariamente saludables.
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Incluso hay modas de dietas cetogénicas (dietas keto) que luego de un período de adaptación los individuos se sienten bien y se ven bien por fuera, pero esto no es así al ver los análisis de lípidos.
La idea no es solo apuntar a la salud cardiovascular sino a toda la salud. Disminuir la mortalidad y no solo la mortalidad cardiovascular.
Si se va a consumir alcohol, lo ideal es que sea vino tinto y con las comidas. La cantidad no debería ser mayor a 180 ml/día para las mujeres y no mayor a 180-360 ml/día para los hombres.
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La dieta mediterránea está basada fundamentalmente en vegetales minimizando la carne y los derivados lácteos. Esto es diferente a la creencia de que la dieta mediterránea es como la “cocina mediterránea” en la que abunda el cordero y los quesos.
También es importante remarcar que el pescado debería ser la proteína animal de elección por sobre la carne roja o las aves, aunque si toda la población cumpliera esto no alcanzaría todo el pescado del mundo.
Además, incluso los peces más salvajes y de los lugares más recónditos, tienen cantidades importantes de bifenilos, dioxinas, metales pesados, organofosforados y micro plásticos.
Con todo esto en cuenta, la proteína animal debería ser más un acompañamiento que la comida principal.
En definitiva, de lo que se trata es de construir hábitos alimenticios saludables a largo plazo. En ese sentido, para que un patrón de alimentación funcione debe ser sostenible en el tiempo.
1484-full-freeTítulo original: A Pesco-Mediterranean diet with intermittent fasting: JACC review topic of the week.
Referencia: O’Keefe JH et al. J Am Coll Cardiol. 2020;76:1484-1493. DOI: 10.1016/j.jacc.2020.07.049.
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