El TAVI ha demostrado ampliamente sus beneficios significativos, tanto en pacientes de alto riesgo e inoperables, como en aquellos con riesgo intermedio y bajo riesgo.
Aunque la presencia de regurgitaciones paravalvulares ha sido un desafío, su abordaje ha mejorado con la experiencia de los operadores y una comprensión más profunda de las angiotomografías. Sin embargo, en situaciones donde se presentan regurgitaciones, gradiente elevado o falta de expansión de la válvula, se recurre a la post-dilatación (BPD), la cual se ha vinculado potencialmente con deterioro futuro de las válvulas, falla estructural, accidente cerebrovascular o ruptura del anillo.
A pesar de numerosos análisis, no se ha demostrado esta asociación en el corto plazo. Un estudio abordó esta cuestión al analizar a 1,835 pacientes que recibieron TAVI con CoreValve y Evolut R, de los cuales 417 (22.7%) fueron sometidos a BPD. Se realizó un seguimiento a largo plazo, evaluando la disfunción valvular estructural (SVD) según los criterios VARC-3.
La edad promedio de los pacientes fue de 82 años, con una mayor prevalencia de hombres entre aquellos que recibieron BPD. El STS Score indicó una mortalidad del 6%, y el 80% de los pacientes presentaban hipertensión. El 31% tenía diabetes, el 21% mostraba deterioro severo de la función renal, el 27% tenía enfermedad periférica, el 21% padecía EPOC, el 21% presentaba fibrilación auricular, el 18% había experimentado un infarto, el 15% recibió CRM, el 29% ATC, el 10% BCRI, y el 7% BCRD. La fracción de eyección fue del 51%, con un gradiente medio de 52 mmHg.
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El acceso femoral fue el más común (82%), seguido del subclavio y el aórtico. La pre-dilatación fue más frecuente en aquellos que no recibieron BPD (84.3% vs. 71.4%, p<0.0001), y las válvulas más implantadas fueron la 26 y la 29, seguidas de la 31 y la 23.
A los 6 años de seguimiento, no se observaron diferencias significativas en la mortalidad por cualquier causa (51%), mortalidad cardiovascular (14%), infarto (2.7%), accidente cerebrovascular/TIA (6.3%), necesidad de marcapasos (31%), cirugía aórtica (0.6%), endocarditis (0.4%) y trombosis valvular (0.2%). Tampoco hubo diferencias en SVD (1.4% vs. 2.1%, p=0.381), ni en el gradiente medio ni en la presencia de regurgitaciones paravalvulares.
Conclusión
La post-dilatación después del TAVI en válvulas autoexpandibles no parece estar asociada con un aumento de eventos clínicos adversos o deterioro estructural a lo largo de 6 años de seguimiento.
Dr. Carlos Fava.
Miembro del Consejo Editorial de SOLACI.org.
Título Original: Impact of balloon post‐dilation on valve durability and long‐term clinical outcomes after self‐expanding transcatheter aortic valve implantation.
Referencia: Jorge Sanz Sánchez, et al. Catheter Cardiovasc Interv. 2024;103:209–218.
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